En las calles de nuestra ciudad, el uso de la moto se ha vuelto una opción de movilidad muy popular. Son vehículos ágiles, económicos y prácticos para moverse en el día a día. Sin embargo, con el aumento de motociclistas, también crece la preocupación por la seguridad vial. Y es aquí donde una simple acción se vuelve una diferencia crucial entre la vida y la muerte: usar el casco.

A menudo, vemos a motociclistas que no lo usan, que lo llevan de adorno en el codo o que simplemente no lo abrochan bien. Es fácil caer en la tentación de pensar que un viaje corto no requiere tanta protección, que «no va a pasar nada». Pero la realidad es que la mayoría de los accidentes ocurren cerca de casa y a velocidades bajas. No importa si vas a la vuelta de la esquina o a la ruta, un golpe sin casco puede tener consecuencias fatales.
El casco no es una simple multa o una exigencia de la ley. Es un elemento diseñado para proteger la parte más importante y vulnerable de nuestro cuerpo: el cerebro. En un accidente, el casco absorbe y disipa la energía del impacto, reduciendo drásticamente las lesiones en la cabeza. Sin él, el cráneo queda expuesto a golpes directos contra el asfalto, un vehículo o cualquier obstáculo, lo que puede causar fracturas, hemorragias cerebrales, traumatismos irreversibles y, en muchos casos, la muerte.
Entendemos que puede ser incómodo, que da calor o que parece innecesario. Pero te invitamos a que pienses en esto: la vida es frágil y una fracción de segundo puede cambiarla para siempre. Usar el casco correctamente abrochado es un acto de responsabilidad contigo mismo, con tu familia y con todos los que te esperan en casa.
En Luján, las autoridades están trabajando para promover la seguridad vial, pero el mayor control y la principal medida de prevención está en las manos de cada conductor. Tomar la decisión de usar el casco cada vez que te subas a la moto es un acto de conciencia y amor propio.
No es una opción, es una necesidad. Usá el casco. Protegé tu vida.