El reciente nacimiento en Estados Unidos de un bebé gestado a partir de un embrión criopreservado hace más de 30 años impactó al mundo. Pero para quienes trabajamos en medicina reproductiva, no es solo un hecho extraordinario: es un anticipo de lo que veremos con mayor frecuencia en los próximos años.
Por Dr. Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico. Presidente de la Fundación REPRO en memoria Dra. Christiane Dosne de Pasqualini.

En 1992 logramos en nuestro país el primer nacimiento a partir de embriones criopreservados. Hoy tendría más de 30 años. Y desde entonces, miles de embriones fueron congelados con fines reproductivos. Muchos de ellos permanecen hasta hoy en tanques de nitrógeno líquido, a la espera de una decisión.
Porque esa es la otra cara de la fertilización asistida: los embriones “supernumerarios” o “sobrantes” son una realidad frecuente. Su destino puede ser muy diferente: ser utilizados por la misma pareja en un futuro intento, ser descartados, donados para investigación, o como en este caso, donados para que otras personas puedan tener una oportunidad.
Afortunadamente, cada vez más pacientes toman la decisión de donar sus embriones cuando ya han cumplido su deseo de tener hijos. Hasta ahora, esas donaciones han sido anónimas. Pero no sería extraño que empecemos a ver más casos como el de esta historia, en la que la donante quiso conocer a la pareja que recibiría su embrión. En ese encuentro se dio algo profundamente humano: confianza, coincidencias y un deseo compartido. Así, su hija biológica, hoy de 30 años, se convirtió en hermana de un bebé que nació tres décadas después…
La criopreservación ha evolucionado muchísimo. Hoy usamos técnicas de vitrificación que permiten preservar la calidad de los embriones casi intacta. Pero este caso demuestra que incluso con técnicas anteriores, como la congelación lenta, el tiempo no necesariamente perjudica la viabilidad del embrión. Treinta años congelado y aun así, el embrión pudo implantarse, desarrollarse y dar lugar a una nueva vida.
Como médico, creo que la donación de embriones es una opción superadora al descarte. Una oportunidad de transformar lo que fue un intento no usado en una nueva posibilidad de vida para otra pareja. No siempre será así, y cada caso merece su tiempo y su decisión. Pero es una alternativa valiosa que debemos visibilizar.
Y como sociedad, es importante asumir que estos casos van a multiplicarse. Porque el tiempo pasa, y cada vez hay más embriones criopreservados esperando una resolución. Casos como este nos invitan a abrir el diálogo, a revisar protocolos, a reforzar la ética, y, sobre todo, a poner el foco en lo humano. Porque, en definitiva, más allá de la biología y la tecnología, lo que se gesta también es una historia. Y esas historias recién están comenzando.